Es probable que, tal como les ocurrió a los autores de este compilado de notas, en algunos lectores surja la pregunta: ¿Por qué escribir sobre Varieté? Por supuesto, que esta pregunta no es en vano y más aún si analizamos, o al menos echamos un vistazo superficial, sobre el poco material de índole teórico, crítico, histórico e incluso periodístico que hay sobre este tema.
Tal vez este silencio y ausencia de textos sobre el varieté se relacione con que este género o formato teatral fué callado por la crítica, por la historia y por grupos de intelectuales que históricamente han mirado hacia otro lado, o que lo han condenado por sus orígenes populares o por su principal pretensión: que la gente la pase bien.
Sin embargo, ese silencio no impidió que este género teatral, llegado a principios del siglo pasado al Río de la Plata, se tocara con otras formas teatrales, se desarrollara y evolucionara hacia distintas direcciones. Quizás ese mismo silencio le permitió crecer en voz baja en los sótanos y subsuelos de las épocas de represión más dura en nuestro país, y volver a gritos a mediados de los 80 para reírse y parodiar críticamente todo lo que ocurría allá arriba.
De todos modos, y muy lejos de pretender una revisión histórica y teórica sobre el varieté, lo que no podemos negar es su constancia y permanencia. Hoy nos encontramos con una diversidad de espectáculos teatrales que se desarrollan en este formato o que toman algunas de sus características y procedimientos. Los vemos incluidos en un circuito comercial o fuera de él; en un teatro de la Avenida Corrientes o en muestras de estudiantes de teatro; detrás de alguna puerta escondida en el barrio del Abasto, en un bar improvisado o bajo las luces de un coqueto boliche en pleno Palermo Hollywood.
Una gama que va desde docentes, directores y actores especializados en varieté hasta espectáculos que solo toman su nombre.
Algo más que teatro
En su origen francés el varieté no se encontraba justamente en los teatros, sino que consistía en representaciones callejeras o en tabernas. Recién en el siglo XIX pasa a estos edificios perdiendo un poco su carácter licencioso anterior. Hoy este género no es exclusivo de un modo de representación particular, pero en la mayoría de los espectáculos, no se pierde el carácter de evento, de fiesta, o al menos de “algo más que teatro”. Incluso en los teatro o salas tradicionales, en donde la gente no va a tomar, comer ni fumar, el varieté no termina nunca en la cuarta pared del escenario.
La comunicación y participación del público es fundamental, como también el “ambiente” que se crea alrededor de él. Sea en un teatro, en un bar o en un galpón; sea con una entrada cara, gratis o a la gorra; el tipo de público es diferente al igual que sus expectativas.
En algunos caso, si el teatro no va a el bar, el bar va al teatro.
Sin hablar de un “auge” del varieté vemos que este género se propaga y resiste en los más variados rincones de Buenos Aires y carga en su mochila con las más difíciles y fascinantes tareas. No solo es hacer reír y pasar un buen momento a los públicos más heterogéneos, que no es poco, sino también estimular su capacidad de asombro e ilusión en el mundo en el que vive. Su misma variedad y encanto nos despierta preguntas en las que a continuación, y lejos de ofrecer respuestas certeras, nos introduciremos a través de las distintas notas sobre espectáculos y artistas de este género del cual tan poco se habla y mucho se disfruta.
Foto: Del cortometraje "El Varieté"de Carolina Reynoso,